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La última vez que ví París

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19

febrero

Detalle:

Entrada: 4€


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Año: 1984

Duración: 116 min.

País: Estados Unidos.

Intérpretes: Elizabeth Taylor,  Van Johnson,  Walter Pidgeon,  Donna Reed.

Dirección: Richard Brooks.

V.O.S.E.

Poco después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Charles (Van Johnson), un joven que aspira a ser un escritor famoso, conoce en París a una bella muchacha (Taylor) y se casa con ella. Cuando alcanza el éxito y su situación económica mejora, empieza a frecuentar los ambientes bohemios de la ciudad.

RESEÑA DE LA PELÍCULA (Rapaz)

SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS

En 1954 Richard Brooks escribe y dirige “La última vez que vi París”, melodrama basado en el relato de Francis Scott Fitzgerald “Babylon Revisited”, con el que dicho cineasta inicia la larga serie de adaptaciones de obras literarias (“Los hermanos Karamazov”, “La gata sobre el tejado de zinc caliente”, “El fuego y la palabra”, “A sangre fría”…) que vertebran su filmografía. Previamente Brooks había destacado como guionista con títulos como “Fuerza bruta” (Jules Dassin, 1947) o “Cayo Largo” (John Houston, 1948).

Podemos decir de “La última vez que vi París” que Brooks acierta solo en parte al reflejar la psicología del personaje principal (interpretado por Van Johnson), un escritor frustrado que tiene problemas con el alcohol, trasunto del propio Scott Fitzgerald y de la generación literaria a la que pertenecía este último. Cabe decir en este sentido que Fitzgerald fue uno de los autores más destacados de la llamada “lost generation”, grupo de escritores al que también estaba adscrito Ernest Hemingway, cuyo denominador común fue el profundo desarraigo vital y el haber elegido París como ciudad donde establecerse, sintiéndose seducidos todos ellos por el ambiente frívolo y promiscuo en el que habitualmente se desenvolvían los miembros más destacados de la élite intelectual, en la que también encontramos nombres de españoles universales como Pablo Picasso o Luis Buñuel. La película falla, sin embargo, al captar tanto la presencia como la esencia de la ciudad, y pasa demasiado de puntillas por el sentimiento que, se supone, sirve de detonante para impulsar la trama y deja su impronta en el propio título: la nostalgia. No obstante, entre sus puntos fuertes mencionaríamos el buen hacer de los actores (sobre todo el espléndido trabajo de Walter Pidgeon como secundario) y el considerable realismo con que aparece plasmada la complejidad de las relaciones entre hombres y mujeres, que prefigura de algún modo el universo cinematográfico de Woody Allen. Cabe señalar en este sentido que precisamente el último trabajo del protagonista Van Johnson para la gran pantalla fue “La rosa púrpura de El Cairo”, del susodicho cineasta.

Esperamos que disfruten de este viaje al pasado, en el que se pone de manifiesto que la arquitectura de la memoria no está hecha tanto a base de fechas, como de personas y lugares.

RAPAZ